Del evangelio de Lc 12, 13-21
Este domingo nos presenta una reflexión
que no siempre está presente en la conciencia humana: la vanidad, la fragilidad
de los bienes y de las situaciones. Su ignorancia causa lo que el Papa
Francisco llama “la idolatría de la riqueza”. Es obra de misericordia, no
física sino espiritual, ayudar a ver esta verdad y lograr una orientación
espiritual de la vida de nuestros hermanos.
En su camino hacia Jerusalén, Jesús es
abordado por alguien que no le pide conocer la voluntad de Dios o acercarse más
a Él, sino por alguien preocupado de una herencia. Jesús responde
“misericordiosamente”; se detiene a “abrir los ojos y enseñar al que no sabe”
cuáles son los tesoros que no se acaban. En su respuesta, tal y como lo citó en
la Sinagoga de Nazareth (El Espíritu está sobre mí para “abrir los ojos de los
ciegos”) el Señor no condena al “materialista” que lo aborda, se vuelve maestro
suyo, le orienta, tal y como deben hacer sus discípulos hoy, inmersos en una
cultura sin consideración del mañana espiritual y necesitada de testigos de
aquel “Amar a Dios sobre toda las cosas” y no hacer de los bienes “dioses
concretos que no sacian la sed humana de felicidad”.
Este Evangelio es
engañador para quien lo lee superficialmente: ¿es malo tener grandes cosechas?
¿es malo construir graneros donde guardarlas? Nada de eso. Cristo elogiará
siempre a los hombres sagaces y prudentes. El problema está en el alma. El
desdichado protagonista de la parábola invita al alma a descansar, a dejar todo
esfuerzo porque tiene todo lo suficiente para vivir. Cristo está refiriéndose
en estas líneas a la eterna tentación de todo pueblo y toda persona que alcanza
cierto nivel de bienestar: creer que ya no necesita de Dios por tener cubiertas
las necesidades corporales.
Acumular, comprar, buscar el placer… es el afán prioritario
de nuestra cultura. Señor Jesús,
frecuentemente me encuentro contemplando las cosas buenas de este mundo, pero
no como medios sino como un fin. Necesito tener claras mis prioridades: Tú,
primero, y luego todo lo demás, según me lleven hacia Ti. Dame la sabiduría
para saber que la vida es corta y debo vivirla sólo para Ti
Pbro. a. JOSÉ CASIMIRO TORRES
Pbro. a. JOSÉ CASIMIRO TORRES