Jesús llamó, además de
los doce, a setenta y dos discípulos más. Pero no sólo los llamó sino que
también los envió (misión). Yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos, todos estamos
llamados a la misión. El “excusómetro” del Evangelio del Domingo pasado, nos
tiene que haber ayudado a medir el nivel y la falsedad de nuestras “excusas”.
Para Cristo no debería ni debe haber excusas.
No sólo tenemos que
ser discípulos de Jesús (admirar, adorar, glorificar, llevar identificaciones,
etc.) sino que hay que ser misioneros (testimoniar, anunciar, obrar,
perseverar, orar, etc.); discípulos y misioneros de nuestro Señor, para que
nuestras familias y comunidades, tengan vida en Él.
La Iglesia de
Latinoamérica y del Caribe te invita a sumarte a la Misión Continental. Es
vivir en un estado de misión permanente para pasar de una pastoral conservadora
a una pastoral decididamente misionera. Yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos
somos co-responsables de la única misión: El Reino de Dios en este mundo.
El Papa Francisco nos
invita constantemente a ser una “Iglesia en salida”, es decir una Iglesia
Misionera. ¿Y qué se nos pedía en la Oración y en el Himno del reciente
Congreso Eucarístico Nacional?: “Con la alegría que nos da tu Palabra, salimos
al encuentro de todos los argentinos, sin excluir a nadie, para gestar juntos
una cultura del encuentro en la patria, siendo auténticos discípulos
misioneros” y en el himno cantábamos: “Haz que salgamos al encuentro de quien
necesita más. Como tus discípulos, es el lío del amor”.
Como escuchamos en el
Evangelio de hoy “la cosecha es abundante, pero los trabajadores con pocos.
Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”; no
descuidemos la oración por las vocaciones de especial consagración ni la
oración por la familia, que es el semillero de vocaciones. Así también, no
desoigamos las palabras que a continuación nos expresa Jesús: “¡Vayan! Yo los
envío como a ovejas en medio de lobos”.
Hagámonos estas
preguntas: ¿Cuál considero que es la cosecha a la que el Señor me invita a
trabajar? ¿Desarrollo actualmente alguna labor misionera? ¿He experimentado la
compañía de Jesús en los momentos difíciles de mi misión? Ir de dos en dos,
implica trabajo de equipo: ¿Me siento cómodo trabajando con otros?
Jesús, que acojamos tu
llamado y atendamos tus recomendaciones muy diligentemente; sabemos que los más
importante no es que nuestros nombres estén en calles o placas, nuestra imagen
en una estatua, sino que se encuentren grabados en tu Reino celestial. Señor,
aquí estoy, envíame a evangelizar donde Tú quieras. Acompáñame en la misión que
me encomiendas.
Pbro. José Casimiro Torres