"La mirada de Dios no es como la mirada del hombre"
(Lc 14, 1.7-14)
(Lc 14, 1.7-14)
Siguiendo su parábola, el que nos invita al banquete es Dios Padre, y Él tiene una mirada especial para reconocer quién está en el último puesto. Para Dios muchas veces esos que están en el último puesto, esos son los que están en el primer puesto de su corazón.Y si nosotros tomamos la mirada de Dios, nos vamos a llevar muchas sorpresas, pero también vamos a descubrir muchísimos regalos.
Ejemplo: “Yo he sido un gran pecador”, “yo he estado muy alejado de Dios”, “a mí la religión nunca me importó mucho”, “¡Dios qué se va a fijar en mi!”
Esa persona, si ha escuchado este Evangelio, podría pensar esto: “sí, es cierto que he sido un gran pecador, es cierto que estoy en el último puesto". ¿Te acuerdas del fariseo y el publicano? El fariseo quería estar en el primer puesto, el publicano estaba en el último puesto.Nosotros tal vez nos sentimos avergonzados por nuestros pecados: "He estado lejos de Dios", y tal vez cometemos el error de decir: “¡Dios qué se va a fijar en mi! Dios se fijará por allá en la gente piadosa, en la gente buena, en la gente santa".¿Sabes quiénes muchas veces sienten esto? Los hombres, los esposos, porque en muchos hogares la mujer es más piadosa que el hombre.Y entonces el hombre como que siente: "Pues Dios le pondrá cuidado a mi mujer, porque mi esposa sí va a la iglesia y sí reza, pero yo que, yo soy un pecador, yo me he olvidado de Él, yo he vivido mi vida de cualquier manera, he sido blasfemo, he sido vulgar, tengo muchas faltas, ¡qué se va a fijar en mi!”
Resumida y adaptada por Pbro. José Casimiro