sábado, 4 de junio de 2016

Comisión Episcopal de Comunicación Social

Viernes 3 de junio de 2016

En primer lugar quiero compartir con ustedes la alegría de volver a presidir la Eucaristía organizada por la Comisión de Comunicación del Episcopado, con motivo del día del periodista.
Un pequeño grupo comenzó en el año 1963  con el afán de aunar los anhelos de quienes, volcados a la vocación periodística, querían trabajar codo a codo con sus colegas y que compartían la inquietud de profundizar en la fe.                            
Este grupo de amigos sigue cada año en la cercanía del 7 de junio celebrando la Misa en el Día del Periodista y este año el Club Gente de Prensa lo celebrará el mismo día 7 de  este mes.
Pero el día del periodista fue instituido en el año 1938, en la Provincia de Córdoba, por el Primer Congreso Nacional de Periodistas, recordando aquel 7 de junio de 1810 en que Mariano Moreno fundó la Gaceta de Buenos Aires:

"¿Por qué se han de ocultar a las Provincias sus medidas relativas a solidar su unión, bajo nuevo sistema? ¿Por qué se les ha de tener ignorantes de las noticias prósperas o adversas que manifiesten el sucesivo estado de la Península?... Para el logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a la luz un nuevo periódico semanal, con el título de la Gaceta de Buenos Aires". 

Un nuevo medio que sale para consolidar la unión de las Provincias. Celebramos en este año del Bicentenario el día del Periodista renovando el compromiso de la Unidad y recordando y haciendo propio lo que el Santo Padre San Juan Pablo II compartió a los representantes de la Unión Católica Internacional de Prensa en diciembre del 2002:
Ser periodista: 
«Significa simplemente ser una persona íntegra, que en su vida personal y profesional refleja las enseñanzas de Jesús y del Evangelio». 

«Significa luchar por los ideales más elevados de excelencia profesional, siendo un hombre o una mujer de oración que busca siempre dar lo mejor que puede ofrecer». 

«Significa tener el valor para buscar e informar sobre la verdad, incluso cuando la verdad es incómoda o no es considerada como "políticamente correcta"». 

«Significa ser sensible a los aspectos morales, religiosos y espirituales de la vida humana, aspectos que con frecuencia son mal comprendidos o deliberadamente ignorados». 

«Significa informar no sólo de los crímenes y tragedias que tienen lugar, sino también de las acciones positivas y ennoblecedoras realizadas a favor de los necesitados: los pobres, los enfermos, los discapacitados, los débiles, aquellos que de otro modo son olvidados por la sociedad». 

«Significa ofrecer ejemplos de esperanza y heroísmo a un mundo que siente una necesidad desesperada de ambos». 
Con estas consideraciones de San Juan pablo II, rezamos por esta vocación de tanta importancia y que tanto bien puede hacer a los hombres y mujeres de todos los tiempos. Comunicar en la verdad, y comunicar para el bien, comunicar, con Misericordia tendiendo puentes, este debe ser el objetivo de un verdadero comunicador. 
La Providencia ha querido que lo celebremos en la Solemnidad del Sagrado Corazón. Imagen clara del Amor de Dios. Jesús, y su Corazón  refleja su Amor hasta el extremo.  Corazón que hace presente lo más íntimo de la persona y sede o lugar de los mejores sentimientos.
El amor dice el  Santo Padre Francisco, por su naturaleza es comunicación. Nos invita el Papa en este nuevo mensaje con ocasión a la 50º Jornada Mundial de las Comunicaciones  a vivir la comunicación en este rasgo del amor, un amor que ayuda a crear puentes, a acercarnos, a comprendernos, un amor que es comunicación ayuda a saber del otro, a escucharlo y no meramente a oírlo, porque sola la escucha experimenta cercanía. 
En estos tiempos que vivimos y también como hombres y mujeres encarnados en la patria podemos preguntarnos si nuestras palabras y nuestras actitudes, están en la línea de crear puentes y contribuye la comunicación para la comunión.  Dios es el Padre que nunca se da por vencido. Que busca, y carga sobre sus hombros. Y ante el “encuentro nos invita a la alegría compartida” a hacer fiesta. Nada para Dios está perdido. Así somos invitados a vivir con desprecio y horror ante el mal, pero con profundo amor y compasión al que lo provoca, que no se opone a la justicia. 
El mensaje de este año para toda la iglesia y para todos los hombres y mujeres de buena voluntad del mundo, parece que fue dirigido especialmente a nuestra Patria. Crear comunidades más fraternas es crear lazos más fraternos. Todos sabemos y experimentamos que  viejas heridas y resentimientos ahondan caminos de desencuentro, por eso el papa Francisco nos recuerda la necesidad de activar en nosotros un nuevo modo de hablar, un nuevo modo de dialogar para crear puentes, como decíamos antes. Aún el lenguaje de la política, de la diplomacia, nos dice Francisco, debe ser inspirada por la Misericordia que nunca da nada por perdido.
En este último documento “El Bicentenario, tiempo para el encuentro fraterno de los argentinos” compartimos los obispos, que “la casa común que formamos todos los argentinos, simbolizada en la casa histórica de Tucumán no se cuida y se construye solo preservando el bienestar material de los ciudadanos, sino desarrollando un proceso educativo que, además de ofrecer información y capacitación, forme a los argentinos en valores, los haga capaces de reconocer sus fragilidades y desarrolle en cada uno las virtudes cívicas que conforman una red de compromisos estables” (nº 63). Creo que en este camino debe encontrarnos a los comunicadores.
Es consolador pensar y vivir con la certeza que el Amor de Dios haya sido derramado en nuestros corazones. Estamos llamados en todo y en toda actividad a derrochar por tanto a derramar el Amor de Dios que siempre sana y rescata.
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Comisión Episcopal de Comunicación Social
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