La Solemnidad de la Anunciación del Señor este año se nos presenta en un marco muy especial, pues se lo ha declarado año de la vida.
Reconocer el valor de la vida desde el punto de vista humano es una tarea de orden filosófico corroborado por los descubrimientos científicos. A este respecto los remitimos al artículo donde pusimos a la disposición de todos ustedes el testamento del Dr. Nathanson, conocido como el Rey del Aborto en Estados Unidos y fallecido recientemente.
Es importante que tengamos en cuenta que la dignidad humana no es algo que dependa del credo que se profese, sino de la capacidad de reflexión y observación serena de la realidad en la que se vive y se observa.
Es evidente que los fetos humanos se distinguen de los demás seres animados, por la información genética que portan y que ella llevará al desarrollo de un ser que difiere en gran manera de los demás vivientes sobre el planeta. Si no se quiere tener en cuenta este detalle, aportado por las ciencias empíricas, se está manifestando una cerrazón a la razón que, más que responder a una estulticia insuperable, obedece a princios pragmáticos que nada tienen que ver con intereses creados.
El conjunto de células vivas que se presenta en el organismo femenino, no lo hace espontáneamente, sino tras el aporte de un espermatozoide (es imposible que una mujer lo genere por sí misma). Esta situación nos hace notar que no estamos frente a una realidad física que pertenezca exclusivamente a la madre, como una extensión o producto de su cuerpo, ni como parte de él. Por otra parte, si bien es verdad que el organismo que se genera tras la fecundación del óvulo depende del físico materno, por cuanto éste le aporta los elementos necesarios para su desarrollo; su crecimiento es independiente de la madre y tiende necesariamente a un parto. Esto nos pone frente a un elemento distinto del cuerpo gestante. Por este motivo, entre otros, el disponer libremente del propio cuerpo, por parte de la mujer, no es aplicable al cuerpo del embrión que crece en su vientre.
A todas las consideraciones filosóficas que son clara y fácilmente comprensibles por todos los hombres de entendimiento abierto; indepenedientemente de su confesión religiosa o ateismo, nosotros agregamos un plus desde el punto de vista teológico.
La vida humana, es sagrada porque sale de las manos de Dios que la ha confeccionado a su imagen y semejanza. Es objeto de la redención de Cristo. El Hijo de Dios se entregó por la salvación de cada varón y mujer venidos a este mundo. Por si fuera poco, Él mismo se hace presente por acción del Espíritu Santo en el seno virginal de María, nueve meses antes de nacer. No vino a este mundo en edad adulta. La Palabra se hizo carne, implicó necesariamente que se hiciera tal, desde el primer estadio de gestación.
El estado prenatal de Dios en María es lo que también nos lleva a comprender que, desde esa instancia la vida de todos es sagrada.
Es cierto que un embarazo no deseado o inesperado abre una serie de interrogantes en la familia donde se produce, sea cual sea su constitución. Es cierto que esos interrogantes pueden adquirir tintes de angustia, sobre todo en la madre. Pero es precisamente aquí donde entra ha jugar un papel imponderable la fe.
El anuncio del Ángel a María, tras su natural desconcierto, va encabezado por la sugerente frase "No temas" Ese mensaje debe hacerlo propio cada mamá y debe saber que es compartido con ella, nada más y nada menos que por la Virgen María.
Ninguna persona viene a la vida por obra de la casualidad, ni solamente por la causalidad de la unión de gametos. Viene por disposición de Dios y es Él el primero en tender una mano de ayuda prodigiosa para que ese nuevo ser llegue a consituirse en una persona de bien.
"No temas", mamá...