Estamos celebrando el Jubileo
de Cáritas.
Después del retiro en el que hemos compartido la espiritualidad de Cáritas,
iluminada por la palabra de Dios y también por la enseñanza de la iglesia. Y una
de las cosas que hemos visto marcadamente, es que Jesucristo es el rostro de la
Misericordia del Padre. Quien quiera conocer al Padre tiene que mirar a Jesús.
Y en Jesús lo que vemos es un rostro Misericordioso.
Y este Rostro Misericordiosos de Jesús, nos invita
a su vez, a que tengamos también nosotros una actitud de misericordia que
revele el Corazón del Padre y que revele el corazón de Jesús, de quien nosotros
somos discípulos:
Sean misericordiosos como el Padre de Uds. es
misericordioso.
Y una
de las cosas que podemos prestar atención en la liturgia de hoy, es la antífona
del salmo. Ese versito que vamos contestando en cada una de las estrofas:
Alaben
al Señor, que alza al pobre, que lo pone de pie.
Y la última estrofa del
salmo que la iglesia nos propone para meditar hoy precisamente dice esto: Él, es decir Dios, levanta del polvo al
desvalido, alza de la basura al pobre, para hacerlo sentar entre los nobles,
entre los nobles de su pueblo.
Esta actitud de Dios que levanta al pobre de
su miseria, otras traducciones dicen: levanta al pobre de su basura. Esta
actitud de Dios es una actitud de misericordia.
Dios lo hace no porque el
pobre se lo merezca, sino porque lo necesita. No lo hace como quien le da un,
premio al que sufre de pobreza, sino que lo hace como un regalo gratuito. Y la
misericordia es eso... obrar gratuitamente por amor.
Si nosotros, tenemos que ser misericordiosos
como el Padre, viviendo el carisma de Cáritas. Podemos prestarle atención a
esta imagen bíblica del que el salmo nos habla, porque nosotros entramos en
contacto con las llagas de nuestro prójimo, con las pobrezas de nuestra gente.
Ser misericordiosos como
el Padre es Misericordioso como el Padre significa alzar al pobre desde su
miseria…para sentarlo entre los nobles… para descubrirle su dignidad. Y no caer
en la manera de pensar mundana de la que nos hablaba el profeta Amos en la 1º
lectura cuando acusa a los dirigentes de su pueblo, diciendo que, ellos
pisotean al indigente, para hacer desaparecer a los pobres del país, que los compran por un par de sandalias..
Quien vive el carisma de
Cáritas, no puede caer en esto. No puede
interpretar que su acción desde esta institución es solamente para acallar la
conciencia o para comprar a los débiles con dinero y al indigente por un par de
sandalias… con unas zapatillitas que demos ya está… Para quedarnos tranquilos y
para que las cosas sigan igual.
Quien vive el carisma de
Cáritas y trata de mostrar el rostro
Misericordioso del Padre, no se puede contentar
con eso porque , eso nos iguala con el
resto de la sociedad, que tiene esta mirada mundana y utilitarista del pobre,
al que lo usa… para sus propios
beneficios y sacarles provecho para sus propios fines.
No, no es eso lo que nosotros
debemos hacer… Nosotros al ser misericordiosos como el Padre, o por lo menos al
querer serlo, al intentarlo… habremos de ser aquellos que alzan de la basura,
de la miseria al pobre, para sentarlo entre los nobles. Es decir para mostrarles la altísima dignidad
que Dios les dio a pesar: de los problemas económicos y sociales en los que
pueda haberse metido, por culpa propia o por culpa de otros que están más
arriba. Eso ya depende, pero cultivarle la dignidad que Dios le dio.
El evangelio de hoy nos habla también un poco
de esto cuando dice no se puede servir a dos señores. NO se puede servir a Dios
y al dinero. Porque lo que genera pobreza es la adoración al dinero, nos guste
o no. Por qué hay pobre, porque hay injusticias? Porque hay algunos que quieren
tener de todo aunque los demás se mueran de hambre. No se puede servir a dos señores.
No se puede servir a Dios y al dinero. Nosotros
como institución de Cáritas, habremos de manejar el dinero, pero sin adorarlo.
Gánense amigos, decía Jesús en el evangelio de Hoy, con el dinero de la
injusticia así cuando este les falte a Uds. tengan Ud. quienes los reciban en
las moradas eternas.
Quienes son estos, que nos van a recibir en
las moradas eternas? Siguiendo el
pensamiento de Lucas, que es el evangelio que cavamos de escuchar… eso son los
pobres. La formulación que trae Lucas en la proclamación de las
bienaventuranzas dicen: bienaventurados
los pobres. El uso del dinero que tengamos que hacer es para beneficio de
éstos que nos pueden recibir en las moradas eternas. Y por eso, este señor… que se llama plata,
que se llama dinero, no puede ser nuestro dios. Nosotros tenemos que aprender a
manejarlo, para el bien de los que lo necesitan. Para alzar de la miseria al
pobre y sentarlo entre los nobles. Pero no podemos manejarlo para rendirle
homenaje, culto y adoración… y en su honor sacrificar a nuestros propios
pobres.
Que hermosos que nosotros, vivamos así iluminados
por la palabra del Señor y le mostremos a los que sufren pobreza que hay una
riqueza inigualable, que nunca puede
ocupar lugar en el bolsillo pero que hace grande el corazón… la riqueza de Dios. Nosotros estamos
llamados a levantar al pobre de su miseria para sentarlo entre los nobles,
entre los príncipes, descubriéndoles su dignidad. Muchas veces eso nos va a
poner en contacto con el dinero, pero más allá de eso lo importante es que el
pobre se dé cuenta: de que Dios es su fortaleza, Dios es su grandeza, Dios es
su riqueza…
Esto no impide que el pobre trate de prosperar
materialmente, al contrario tiene que ver con eso. Pero qué triste sería que
les llenemos los bolsillos a los pobres para que adoren al dinero que les
pusimos en ellos. No cumpliríamos con lo que Dios nos pide.
Nuestro desafío es, mostrar que la verdadera
riqueza del hombre está en el amor de su Dios. Que, con la riqueza uno puede prosperar
económica mente… sí, pero sin hacer de eso el sentido y la finalidad de su
vida. La finalidad de su vida es mucho más grande, porque es mucho más grande
su dignidad, su dignidad no tiene precio.
Por eso hermanos en esta tarde les vamos a pedir al Señor, que nos utilice…
como instrumentos suyos para elevar al pobre de su miseria, para mostrarle la
dignidad que Dios le dio, para mostrarle cuál es su verdadera riqueza, donde
radica su grandeza, cual es la vocación
a la que está llamado, aquello que lo va hacer plenamente feliz.
María madre de
Misericordia, es el rostro materno de Dios, rostro por lo tanto lleno de ternura,
lleno de misericordia que nos ayude con su oración a mostrar el rostro
misericordioso del padre, el rostro misericordioso de Jesús. Que les alegre la vida
a nuestros hermanos, que les devuelva la dignidad, aquella dignidad que mucha
gente no quiere mirar. Así sea.
Pbro. Flavio R. Quiroga
San Carlos