Este símbolo me lo sugirió el P. Pío de Pietralchina,
el cual para explicar el misterio de la Trinidad utilizaba el ejemplo del pan.
Yo lo desarrollé el año pasado con todas las personas en la homilía y lo
captaron muy bien.
Lo que expongo a continuación es un ejemplo de
cómo se puede hacer una homilía sobre la Trinidad partiendo de un símbolo
casero y con preguntas muy sencillas que todo el mundo puede contestar y que
lleven a la gente a profundizar y entender, en la medida que Dios lo permita,
este misterio central de la fe.
¿Cómo se puede hacer?
Se enseña el pan, a ser posible casero y luego se
desarrolla la homilía haciendo preguntas a la gente como las que se señalan u
otras que a cada uno se le ocurran y desde lo que digan ir desarrollando el
tema.
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¿Qué
elementos fundamentales se necesitan para hacer un pan?
Harina, agua y levadura.
Los tres elementos son distintos. El agua
no es harina ni levadura. La harina no es levadura… y sin embargo unidos los
tres forman una realidad distinta: el pan.
Algo así, pero con sus matizaciones, es el
misterio de la Trinidad. El Padre no es el Hijo, ni el Espíritu Santo. El Hijo
no es el Padre, pero los tres son Dios, un Dios único y verdadero no tres
dioses…
Si quisiéramos, sirviéndonos de estos tres
elementos que hacen el pan, individuarlos y aplicarlos a la realidad de la
Trinidad y a cada una de sus personas.
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¿La
harina a qué Persona simbolizaría?
Al Padre.
La harina es el fundamento
básico del pan…
El padre es el Creador, el Señor, de él
procede todo… Él es la base, el sustento…
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¿El
agua a que persona simbolizaría?
Al Hijo
El agua, unida a la harina forma una masa
de la que sale el pan…
El Padre es Padre por el Hijo. Los evangelios
al hablar del Hijo dicen que es como el agua: “El que tenga sed que venga a mí
y beba…” “Yo soy el agua viva”…
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¿La
levadura a que persona simbolizaría?
Al Espíritu Santo.
La levadura unida a la masa la hace
fermentar y crecer. La levadura es la que nos da un buen pan…
El Espíritu es el alma del mundo y de la
Iglesia y de todo. El espíritu está presente en todo dándole el toque divino…
Cada persona de la Trinidad tiene su
peculiaridad, como cada elemento del pan, y los tres forman un único Dios. A
cada persona le atribuimos una obra: la creación, la redención, la
santificación.
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Un
pan además de estos tres elementos, que son fundamentales, a veces se le añaden
otras cosas. ¿Qué cosas?
Sal, grasa, azúcar, pasas, etc.
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En
este “Pan Trinidad” formado por el Padre el Hijo y el Espíritu Santo, ¿qué
serían estos otros elementos?
Cada uno de nosotros. No somos esenciales
a la Trinidad, pero le damos algo, le completamos, si puede decirse así, con
algo… Le damos no porque le falte, sino porque así nos realizamos nosotros y podemos ser perfectamente felices.
Nosotros estamos llamados a ser dioses en
la Trinidad y ya desde esta tierra... Dios, por su gran amor, ha querido
hacernos participes de su divinidad y aunque no somos esenciales a ella, como
la sal, la grasa… al pan, le damos sabor, color… Presencializamos a la
Trinidad… Este ser como dioses no tiene nada que ver con la propuesta del pecado original, porque en él el demonio tentó a la humanidad a que fuera divina por sí misma, por sus solas fuerzas, independientemente de Dios, peor aún, dándole la espalda. Estar asociados a la Trinidad, según el Plan de Dios quiere decir unirnos a Él en la obediencia del amor. Este es el único camino por el cual podemos ser partícipes de la divinidad.
¡Qué gran amor nos ha manifestado el Padre
al hacernos sus hijos e incorporarnos al misterio de la Trinidad!