El Evangelio de hoy nos muestra a Jesús despreciado por ser el Hijo del carpintero y de la que llaman María.
El trabajo manual de artesano era icompatible con quien se dedicaba a cultivar su espíritu e inteligencia.
Tal vez hoy también haya varios que menosprecian este tipo de trabajos identificándolos erróneamente con un sector social y hasta étnico. En el mundo materialista que nos toca vivir, los empleos artesanales, domésticos o de alguna manera dependientes, son (en el terreno real) los menos remunerados y por tanto, los que menor capacidad económica brindan. En la sociedad del éxito inmediato, donde juega un papel preponderante el "factor suerte" (con lo cual Dios queda afuera), los trabajadores anónimos son los últimos. En efecto hoy se pondera la profesionalización que conlleva una carrera de estudios superiores, capaz de otorgar un trabajo redituable. Pero, sin embargo aún en el terreno de los profesionales, muchos consiguen un puesto simplemente por corruptos "amiguismos"
No es que haya que rechazar una formación académica. De hecho, Jesús en el Evangelio de hoy se presenta como alguien que, además de ser un artesano, sabe cultivar su espíritu e inteligencia. De allí la extrañeza de los nazaretanos cuando decen: "¿De dónde le viene esta sabiduría?"Al respecto, la respuesta a esta pregunta bien puede ser: de su padre. De su padre por partida doble; del Padre Celestial, Sabiduría Eterna, Creador y Artesano del Universo; de su padre adoptivo, José, judío piadoso y artesano de la madera.
Lo intersante de todo esto es que el Hijo de Dios y del carpintero, se hizo trabajador con sus manos y sabio con su inteligencia. Ambas esferas no se contraponen en Cristo, se integran. Pero lo más interesante para nosotros es que en ellas vive con total humildad. No se engríe frente a los ignorantes, ni adopta la posición contestataria y resentida contra los intelectuales.
Por otro lado, al hacerse hombre el Hijo de Dios y dejarse educar humanamente por el carpintero, nos muestra que el valor del trabajo no viene del rédito económico que dé, ni del reconocimiento social del momento. Que el valor del estudio tampoco es mercantil; es decir,en tanto y en cuanto posibilite una entrada exitosa en el "mercado laboral"
El valor del trabajo y del estudio está ante Dios y la propia conciencia. El Libro del Génesis, en los primeros capítulos muestra al hombre como el encargado de toda la Creación. De mantenerla, hacerla prosperar y hasta embellecerla. Eso es lo que debemos lograr con nuestras tareas. Hacer del mundo, dentro de sus inevitables imperfecciones, la antesala del Reino de Dios, para mí y para los demás. Sin tomar la actitud del cachorro que destruye todo, simplemente porque es posible hacerlo, divertido, y la del perro del hortelano que no come, ni deja comer.
Descubramos en el trabajo intelectual o manual, no solamente nuestra dignificación, sino también nuestra santificación, porque es una tarea que el Hijo Divino del carpintero también realizó, compartió y comparte con nosotros. Somos hermanos de Cristo Obrero, los que trabajamos hoy y los que nos preparamos para hacerlo.
José el carpintero, es también el esposo de María, la Madre, la ama de casa. Que sublimes tareas son estas las de la mujer, aunque no sean las únicas, ni las inhabiliten para realizar otras.
Feliz día del trabajador