La Solemnidad de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, no sólo hace referencia a estos dos grandes evangelizadores, sino también a la Comunión de la Iglesia.
Simón Pedro, aquel a quien Jesús, durante su vida terrena estableció como Roca (Mt 16, 17-18), se dedicó a predicar principalmente al pueblo de Israel, mientras que Pablo, también llamdo por el Señor, lo hizo a los paganos (Hech 9, 1-9; 13, 46). En esta actividad apostólica, realizada por el mandato de Cristo, Hijo de Dios _no de un hombre cualquiera_ ambos hicieron confluir en la Unidad de la Iglesia, a todas las naciones de la tierra. Esta es la Comunión de los creyentes invitados a la salvación eterna.
Las personalidades de estos dos grandes Apóstoles, celebrados en un mismo día, nos da también clara imagen que, en la Comunión de los Creyentes, no existe ninguna uniformidad. Al decir de San Agustín, la Unidad eclesial se da en la diversidad. La luz de la fe que ilumina la manera de vivir, esforzándonos por seguir a Cristo, es el único parámetro de comportamiento a seguir. Formar parte de la Comunidad Cristiana, no implica renunciar a la identidad individual, ni a la de la propia cultura. Al contrario, purificando en la Misericordia Divina aquello que desdice del Plan de Salvación, consiste en potenciar los valores que el Espíritu Santo inculca en ambas realidades.
Simón Pedro, aquel a quien Jesús, durante su vida terrena estableció como Roca (Mt 16, 17-18), se dedicó a predicar principalmente al pueblo de Israel, mientras que Pablo, también llamdo por el Señor, lo hizo a los paganos (Hech 9, 1-9; 13, 46). En esta actividad apostólica, realizada por el mandato de Cristo, Hijo de Dios _no de un hombre cualquiera_ ambos hicieron confluir en la Unidad de la Iglesia, a todas las naciones de la tierra. Esta es la Comunión de los creyentes invitados a la salvación eterna.
Las personalidades de estos dos grandes Apóstoles, celebrados en un mismo día, nos da también clara imagen que, en la Comunión de los Creyentes, no existe ninguna uniformidad. Al decir de San Agustín, la Unidad eclesial se da en la diversidad. La luz de la fe que ilumina la manera de vivir, esforzándonos por seguir a Cristo, es el único parámetro de comportamiento a seguir. Formar parte de la Comunidad Cristiana, no implica renunciar a la identidad individual, ni a la de la propia cultura. Al contrario, purificando en la Misericordia Divina aquello que desdice del Plan de Salvación, consiste en potenciar los valores que el Espíritu Santo inculca en ambas realidades.
Estos Santos Apóstoles, fueron tales tras lavar sus vestiduras en la Sangre del Cordero (Ap 7, 14). Pedro negó concer a Cristo la noche del Jueves Santo; Pablo fue perseguidor encarnizado de la Iglesia. El testimonio de su vida es un canto a la Misericordia que nos anima a ser seguidores de Jesús. Sigámoslo