Hoja interparroquial de la
Prelatura de Cafayate Nº 271
Noviembre de 2010
También como todos ustedes, en este mes, quiero celebrar a aquellos a quienes son nuestros amigos: los santos. Ellos contemplan a Dios, lo alaban y no dejan de cuidarnos. Su intercesión es su más alto servicio al plan de Dios. El ajetreo de la vida quizás nos hace olvidarlos y perdamos por ello, la oportunidad de recibir todas las gracias que ellos pueden alcanzarnos. Por esto, la Iglesia ha querido que un día del año lo dediquemos especialmente a rezar a los santos para pedir su intercesión. Este día es el 1º de noviembre.
Este día es una oportunidad que la Iglesia nos da para recordar también que Dios nos ha llamado a todos a la santidad. ¡No temas ser santo! Que ser santo no es tener una aureola en la cabeza y hacer milagros, sino simplemente hacer las cosas ordinarias extraordinariamente bien, con amor y por amor a Dios.
Así como primeramente celebrar, también ahora quiero recordar a nuestros fieles y queridos difuntos, que seguramente nos dolemos por ellos.
Si nos detuviéramos en la calle a mirar las personas que pasan y pasan. Nos daríamos cuenta de que nadie de los que pasan piensa en la muerte. La muerte es dura para nosotros pero no deja de ser una cruda realidad. Estar en función de la vida es tener clara y continua conciencia de la necesidad de morir. Para un cristiano es así. Cuando muere una persona, no sabemos si se salva o se condena, por eso, oramos por ellos. El 2 de noviembre recemos por los difuntos, porque podrían necesitar de nuestra oración.
A mediados de mes celebramos una de las fiestas más importantes del calendario litúrgico, Cristo Rey del universo. Su Reino es el Reino de la verdad y la vida; de la santidad y la gracia; de la justicia, del amor y la paz. En esta fiesta celebramos que Cristo puede empezar a reinar en nuestros corazones, y así el Reino de Dios puede hacerse presente en nuestra vida. De esta forma Cristo transforma nuestra vida, nuestros hogares, empresas y ambientes.
Que estas tres celebraciones nos ayuden a crecer como cristianos, la muerte es una realidad de la que no conocemos cuando sucede, pero si es el motor para estar siempre preparados. Vivir es estar en función de esta preparación, sobre todo cuando descubrimos el ser llamados por Dios ha ser santos con lo que urge la necesidad de ponerlo a Cristo como Rey.
Pbro. Luis López
Parroquia de Cafayate
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