En la homilía pronunciada en la Misa de acción de gracias el Sumo Pontífice hizo referencia a la lectura (Gn 13, 2. 5-18) rescatando los tres imperativos que Dios le da a Abraham: Levántate, mira, espera.
Notó que estos tres mandatos divinos fueron dados a un hombre anciano, como todos o la mayoría de los concelebrantes que lo acompañaban. Alguien que ya estaba para descansar en una jubilación. Sin embargo, Dios le pide estas tres cosas como si se tratara de un scout.
Lo más sabroso de la homilía es cuando traza las líneas fundamentales de lo que podríamos llamar una verdadera espiritualidad para los ancianos.
No son gerontes, sino abuelos. El abuelo es el que transmite valores a los nietos. Es el que transmite a los jóvenes el sentido de la vida
El abuelo no cierra el proceso de su vida, su historia está abierta hasta el final, no puede clausurarse antes de tiempo. No puede cerrarse en la melancolía del pasado, sino permanecer abierto para brindar un sueño a la juventud, del cual ellos tomarán la fuerza para profetizar y llevar adelante.
Para el Papa la gracia de ser abuelos es la gracia de soñar y dar los sueños a las generaciones siguientes que los necesitan.
Alguna cosa más a partir de esta reflexión del Santo Padre, puede ser que el abuelo se constituye en tal en cuanto establece una relación con el joven. Negarse a ella es auto-arrinconarse como un mueble en deshuso; eso es un geronte.
Benedicto XVI, a quien Francisco gusta llamarlo con el noble título de abuelo, escribió en su Encíclica Spe Salvi que cada generación debe re-conquistar los valores humanos y una cosa es segura. No lo conseguirá si la generación anterior no se los propone con sabiduría.
Los abuelos pueden seguir soñando en el mañana y entregar en custodia el sueño en tanto y en cuanto se percaten de que la historia no termina con ellos. El futuro no se agota con mi biología, mi futuro continúa en mis sucesores. Mis sueños de nono no acaban conmigo, se prolongan en los hijos, en los nietos.
Nos unimos en la alegría de este aniversario episcopal del Papa y en esta visión de la vida, particularmente de la mirada sobre la última etapa. Es de rescatar que estas consideraciones están lejos de ser el análisis de la ancianidad hecho por un hombre de treinta años. Es la transmisión de la vivencia de un hombre anciano.
Para pensarlo...
Si no tienes tiempo para ver toda la Misa, te recomiendo que veas desde el minuto 14:50 hasta el 27:48. Es la homilía. Disfrútala