El Dios que esperamos y el Dios en el
que creemos
«¿Eres tú el que ha de venir o
debemos esperar a otro?».
(Mt 11, 3).
«Juan está perplejo. Es
extraño. Cuando estaba en el desierto, había logrado ver con claridad. En la
prisión parece que ya no lo comprende. "¿Eres tú el que ha de venir o
tenemos que esperar a otro?". Es verdad que él nunca había tenido
pretensiones. Sabía cuál era su papel. No tenía intención alguna de permanecer
en escena ocupando un puesto que no era el suyo. El protagonista era otro. Podríamos
decir: el Bautista ha acertado acerca del tiempo, pero se ha equivocado
respecto al modo. Ha sabido indicar exactamente al esperado, pero no ha dado en
el punto justo del estilo de su acción». (ALESSANDRO PRONZATO)
¿Cuál será la imagen que nos hemos
hecho de Dios? ¿Cuál es el Dios que estamos esperando y preparándonos para
recibir? ¿Cuál es el Dios en el que creemos? Son preguntas que me surgen de
esta experiencia que habría tenido Juan el Bautista. No es fácil responder, es
mejor dejarnos interpelar y que el Espíritu Santo nos ayude a responder. En el
Credo está la síntesis del Dios en el que creemos y esperamos, pero cuidado,
porque muchas veces sólo lo profesamos con la boca. Esto aunque parezca
provocativo o jocoso es así; e incluso puede estar pasando en mi vida o en tu
vida.
Jesús se acerca a la
humanidad para ofrecer el verdadero camino hacia la felicidad. Y predica la
Buena Noticia de que Dios nos ama. Jesús es el rostro visible y los gestos
cercanos de la ternura del Padre misericordioso. Pero, este Dios de amor y de
ternura también puede defraudar a aquellas personas que se han hecho un Dios a
su imagen y semejanza. Un Dios del miedo y del castigo. Un Dios que tiene que
escuchar y sacarnos de los apuros. Un Dios que tiene que “premiar” nuestras
buenas obras. Un Dios que destruye a “mis” enemigos. Un Dios milagrero. Un Dios
que se contenta con que sus devotos cumplan ciertas normas y leyes. Un Dios que
me tiene que dar el cielo, gracias a “mis” méritos...
El Dios que espero y el Dios en el
que creo… espero y creo en tu misericordia, Señor. Ojalá dejemos que el
Espíritu Santo sostenga nuestra esperanza e ilumine nuestra fe para que podamos
amar como somos amados por el Dios verdadero. ¡¡¡Buen
domingo!!!
Pbro. Jose Casimiro T.
Párroqioa de Nstra. Sra del Rosario
Colalao del Valle