Hemos celebrado el Domingo de la Resurrección del Señor, pero es bueno que tengamos presente que la Iglesia nos invita a renovar esta alegría no solamente año a año, sino todas las semanas...
El Papa Juan Pablo II escribió una Carta Apostólica en 1998 titulada "Dies Domini": el Día del Señor. Es una excelente catequesis del domingo que deberíamos releer. En este artículo nos valeremos de ella, pero para quienes quieran verla pueden encontrarla en: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_letters/documents/hf_jp-ii_apl_05071998_dies-domini_sp.html.
El Domingo, una Pascua semanal
Una de las cosas que se recalca siempre es que los cristianos celebramos el domingo, porque fue ese día en que resucitó Jesús. Los Evangelios siempre señalan el "primer día de la semana". Para los judíos no es el lunes, sino el domingo. La muerte y la resurrección de Jesús (las dos cosas juntas) son el centro de nuestra fe cristiana, por eso es que celebramos semanalmente ese acontecimiento de manera especial con la Misa.
Por otro lado, si miramos el Evanelio de San Juan, la segunda aparición de Jesús resucitado a la primera comunidad sucede "ocho días después" (20,26) que, según el modo judío de contar los días, es domingo. Estas apariciones, y su misma resurrección en domingo, nos muestran una predilección de Jesús por ese día y por eso la Iglesia lo toma desde aquel entonces como referente para reunirse y celebrar una especie de PASCUA SEMANAL. Juan Pablo II en los números 21 y 22 de esa Carta habla de otras ocasiones en las que el Domingo aparece en el Nuevo Testamento de la Biblia. Habla también de la predilección del Señor por el Domingo que fue prefigurado por el sábado en el Antiguo Testamento.
Pero ese día, el primero de la semana nos remite también al Genesis (1, 3-5). En ese primer relato de la creación narrada poéticamente (no científica, ni históricamente), el primer día es en el que comienza su obra. Esta coincidencia con el día de la resurrección, sucedida el primer día de la semana, nos hace dar cuenta que con Jesús resucitado comienza una nueva creación. Es un tema apasionante que aquí sólo queremos mencionarlo, ya que nos excede para profundizar en él.
Volviendo a la Misa dominical, como pascua semanal queremos recalcar la presencia real de Jesús en ella.
Cuando se leen las lecturas de la Biblia en ella es Él resucitado, quien nos está hablando, de manera especial en el Evangelio. Recordemos que es la Palabra de Dios, no una colección de escritos antiguos. Los sacerdotes tienen la obligación de predicar siempre los domingos (los días de semana pueden omitir la prédica u homilía, pero no los domingos). La predicación del cura en la Misa es una ayuda para comprender mejor la Palabra de Jesús y aplicarla en nuestra vida cotidiana. Nosotros después podemos volver a leerla y contrastarla más particularmente con nuestras situaciones personales. Podemos releerla toda la semana un ratito hasta el domingo siguiente, si nos es posible. Todo depende de
nuestros tiempos y nuestras obligaciones (N°39 - 41)
nuestros tiempos y nuestras obligaciones (N°39 - 41)
En la Misa Jesús también se hace presente en la consagración del pan y del vino. Siguiendo la orden y la facultad que dio a la Iglesia en la Última Cena, los Apóstoles y después sus sucesores (los Obispos), con sus ayudantes (los sacerdotes), repitieron las mismas palabras de Jesús sobre el pan y el vino: "Tomen y coman todos de él porque esto es mi cuerpo... Tomen y beban todos de él porque este es el cáliz de mi sangre... Hagan esto en conmemoración mía" . En ese mismo momento se hace presente Jesús en persona, bajo la apariencia o aspecto de pan y de vino. Eso pasa en todas las misas. Por eso podríamos ir a misa todos los días, pero lo mínimo que se nos pide es que vayamos en el ANIVERSARIO SEMANAL DE LA RESURRECCIÓN, es decir el Domingo, esa especie de PASCUA SEMANAL. Por las obligaciones que la gente tiene basta con que vaya los domingos y no todos los días, pero no estaría malo ir alguna vez también entre semana (además del domingo) De todas formas: lo importante es estar ahí en la PASCUA SEMANAL, domingo a domingo (N°42-44)
También se puede participar de la Misa de la víspera del Domingo, el sábado por la tarde o por la noche. Esa Misa "vale" como Misa de Domingo.
Domingo, tiempo de Dios y tiempo consagrado a Dios
Juan Pablo II decía que el domingo es el centro de la vida cristiana. A pesar de que hoy en día se lo tome solamente como "fin de semana", para los cristianos es mucho más que eso. Es el día del reencuentro con Jesús y con los hermanos. El día que dedicamos para él: paramos la máquina un poco y le dedicamos nuestro tiempo al dueño del tiempo y la eternidad. Eso también nos da la posibilidad de darle nuestro tiempo a los hermanos, principalmente a los que son parte de nuestra familia y de la comunidad que celebra la PASCUA SEMANAL en la parroquia. Por eso es tan lindo que vayamos en familia a Misa, porque es consagrarle el tiempo de nuestra familia a Dios y consagrarnos también nosotros a nuestra familia.
Ir a Misa el Domingo también es consagrarle a Dios nuestra semana, la que termina y la que empieza. Es darle a Dios nuestro tiempo. Juan Pablo II decía:
¡No tengáis miedo de dar vuestro tiempo a Cristo! Sí, abramos nuestro tiempo a Cristo para que él lo pueda iluminar y dirigir. Él es quien conoce el secreto del tiempo y el secreto de la eternidad, y nos entrega « su día » como un don siempre nuevo de su amor...El tiempo ofrecido a Cristo nunca es un tiempo perdido, sino más bien ganado para la humanización profunda de nuestras relaciones y de nuestra vida. (N°7)
En realidad, toda la vida del hombre y todo su tiempo deben ser vividos como alabanza y agradecimiento al Creador. Pero la relación del hombre con Dios necesita también momentos de oración explícita, en los que dicha relación se convierte en diálogo intenso... El « día del Señor » (el Domingo) es, por excelencia, el día de esta relación (N°15)
Domingo, día de gracia y bendición
Otra cosa que conviene que tengamos presente cuando hablamos de la misa del domingo es que ella es una bendición para quienes participan. Jesús en la misa, tiene preparadas las gracias (los favores, los dones, las ayudas) que necesitamos para nuestra vida. Acercarnos a la misa los domingos equivale a recibir esas
gracias que nos quiere dar; faltar DELIBERADAMENTE, significaría perdernos todo eso. El Don por excelencia que nos da Jesús en la Misa es su propia persona que nos habla en su palabra y el Espíritu Santo que nos llena con su fuerza; no para que no tengamos problemas, sino para que los podamos superar. ¡Y para que los superemos en familia...!
La Obligación de la Misa del Domingo
Por todas estas y otras muchas cosas, se puede entender por qué la Iglesia desde hace muchos siglos atrás ha insistido en que participemos de la Misa de los Domingos obligatoriamente. Si miramos detenidamente, en realidad es para nuestro bien, no es para que solamente cumplamos con ir. Es para que nos beneficiemos en el contacto personal con Jesús en la comunidad de cristianos de la que formamos parte en la Iglesia. Los cristianos hemos sido incorporados, unidos a Jesús en el Bautismo, por eso encontrarse con la comunidad, también es encontrarse con Él. Esa es la importancia que tiene la comunidad reunida. Su valor no está tanto en sí misma, sino en la identificación que Cristo hace con ella.
La Carta Dies Domini dice también, algo que es dramáticamente cierto:
Hoy, como en los tiempos heroicos del principio (de la Iglesia), en tantas regiones del mundo se presentan situaciones difíciles para muchos que desean vivir con coherencia la propia fe. El ambiente es a veces declaradamente hostil y, otras veces —y más a menudo— indiferente y reacio al mensaje evangélico. El creyente, si no quiere verse avasallado por este ambiente, ha de poder contar con el apoyo de la comunidad cristiana. Por eso es necesario que se convenza de la importancia decisiva que, para su vida de fe, tiene reunirse el domingo con los otros hermanos para celebrar la Pascua del Señor con el sacramento de la Nueva Alianza (la Misa). Corresponde de manera particular a los Obispos preocuparse « de que el domingo sea reconocido por todos los fieles, santificado y celebrado como verdadero "día del Señor", en el que la Iglesia se reúne para renovar el recuerdo de su misterio pascual con la escucha de la Palabra de Dios, la ofrenda del sacrificio del Señor, la santificación del día mediante la oración, las obras de caridad y la abstención del trabajo » (N° 48)
Por eso no tenemos problema en asegurar un cristiano sin misa dominical es un cristiano a medias o peor, en agonía espiritual...
Cuándo faltar a Misa de Domingo no es pecado
Dice Juan PAblo II y muchos otros documentos de la Iglesia que esta obligación de la Misa dominical se debe mantener, A MENOS QUE HAYA SITUACIONES GRAVES que impidan cumplirla. Es decir, cuando se dan situaciones graves que NO DEPENDEN DE NUESTRA VOLUNTAD, quedamos exceptuados de ir. Ejemplos de esas situaciones graves pueden ser una enfermedad seria, o cuando nos toca cuidar de un enfermo, o un anciano impedido de trasladarse o de estar donde hay cierta cantidad de personas, por el motivo que sea: físico o psicológico; inclemencias climáticas fuertes, epidemia, guerra, persecución sangrienta contra los cristianos (no estamos obligados a sufrir el martirio, aunque tampoco se nos prohíbe enfrentarlo).
Pero no hay que confundir estas situaciones graves con otras que podemos prever, como por ejemplo cuando hay que viajar o estamos en otro lugar. Uno puede planificar con tiempo ir a Misa el sábado por la tarde o averiguar los horarios de Misa de alguna capilla o iglesia cercana ¿Y si no hay, o no se puede? Entonces no depende de nuestra voluntad... No hay pecado.
Lo que hay que hacer en esas situaciones es rezar el rosario o leer y meditar el Evangelio o las lecturas de la Misa de ese domingo, o recogerse en oración pensando o hablando con el Señor durante un tiempo más o menos prolongado. Es bueno realizar una comunión espiritual.
Al respecto, Juan Pablo II escribía:
"...al ausentarse de su residencia habitual en domingo, deben preocuparse por participar en la Misa donde se encuentren, enriqueciendo así la comunidad local con su testimonio personal. Al mismo tiempo, convendrá que estas comunidades expresen una calurosa acogida a los hermanos que vienen de fuera, particularmente en los lugares que atraen a numerosos turistas y peregrinos, para los cuales será a menudo necesario prever iniciativas particulares de asistencia religiosa" (N°49)
Comulgar los días Domingos
Faltar a Misa DELIBERADAMENTE, es un pecado grave que nos impide comulgar, por lo menos hasta que nos confesemos con un sacerdote. Pero, recalcamos, esto es cuando faltamos a propósito, cuando pudiendo ir no vamos. Todos los pecados (mortales o veniales) son pecados en tanto y en cuanto dependen de nuestra inteligencia y voluntad. Si se averió un neumático del auto y no pudimos llegar o llegamos al final de la Misa, es algo que no depende de nuestra voluntad. Sin embargo, cuando tenemos dudas de conciencia para ir a comulgar o no, conviene primero aclarar esas dudas y recién ir o no ir.
Para aclarar las dudas, nada mejor que preguntar. No es lo mejor quedarse con lo que a uno le parece, lo mejor es preguntar y hablar el tema. Los chicos podrán consultar a los papás o algún catequista o profesor de religión o alguien que sepa del tema . La cosa es aclarar la duda ¿Y si no convencen las respuestas? Hay que consultar con otros hasta que se tenga una idea clara. Es bueno también leer el Catecismo de la Iglesia Católica o algún escrito de los Papas o de los Obispos. El Catecismo está en varios sitios de Internet
Si la duda persiste es bueno confiar en la buena fe de quienes han aclarado la duda. Ya sabemos que para que haya pecado es necesaria la voluntad que consiente y de la inteligencia que conoce. Si ella no sabe si tal o cual cosa es pecado o no, no hay pecado. Si los que ta aconsejaron se equivocaron, Dios te hará saber por otros medios u otras personas. Hay que confiar en Él más que en cualquier otro.
Una de las formas más efectivas de sacarse la duda de si uno puede o no comulgar es confesarse antes de la Misa
¿Y si no se puede? Se aconseja pedir perdón a Dios por el supuesto pecado y hacer una comunión espiritual. Aunque el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) también dice que en caso de que "no haya posibilidad de confesarse...(el cristiano) tenga presente que está obligado a hacer un acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto antes" para poder comulgar (CIC 1457) y por supuesto después ¡cumplir ese propósito!
La decisión al respecto queda en la conciencia de cada uno. También el Catecismo habla de esto:
El hombre... no debe ser obligado a actuar contra su conciencia. Ni se le debe impedir que actúe según su conciencia, sobre todo en materia religiosa" (CIC 1782)"La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella" (CIC 1776)Como sea, la conciencia por sí sola no es infalible y por eso tenemos el deber y la posibilidad de formarla y educarla. En eso entra lo de sacarse las dudas. En su formación "estamos asistidos por los dones del Espíritu Santo, ayudados por el testimonio o los consejos de otros y guiados por la enseñanza autorizada del a Iglesia" (CIC1 785)
Tales testimonios, consejos y transmisión de la enseñanza de la Iglesia están a cargo de los padres, los catequistas, los sacerdotes y en definitiva de los cristianos que sepan de estos asuntos. Hay que consultarlos cuando tenemos dudas de conciencia y aún cuando no las tengamos es bueno escuchar a quienes nos aconsejen sobre si podemos comulgar o no.
Comulgar es siempre algo muy hermoso y bueno. Siempre nos hace bien y hay que hacer todo lo posible por realizarlo. Pero la Comunión no es un premio para los que se portan bien. No es un certificado de buena conducta. La Comunión es un encuentro con Jesús en persona que me da las fuerzas suficientes para portarme mejor, para corregirme en lo que no ando bien. Es el alimento que vigoriza mi espíritu para que sea un buen cristiano, a pesar de mis defectos y limitaciones.
La Iglesia nos anima a que comulguemos con mucha frecuencia, incluso todos los días... Pero, como eso a veces no nos es posible por las obligaciones y tareas que tenemos es muy bueno que mantengamos la comunión los domingos, cuando vayamos a Misa. La cosa es que nunca dejemos de lado recibir a Jesús en persona, ofrecido en cada una de las Hostias consagradas en la Misa
Es bueno también saber que participando de la Misa se nos perdonan los pecados veniales y recibiendo el Cuerpo de Jesús, Dios nos preserva de posibles pecados mortales en el futuro (Cf CIC 1395) El Sacramento específico para el perdón de los pecados mortales o graves es el de la Confesión. Cuando en ella se nos perdonan ese tipo de pecados podemos comulgar llenos de alegría. Sin embargo, aunque no tengamos pecados mortales, conviene siempre recurrir a la Confesión como un encuentro con Cristo Misericordioso que obra a través del sacerdote. La Confesión de los pecados, aún cuando sean veniales, ayuda mucho a nuestra salvación y perfeccionamiento como discípulos de Jesús.
En fin, la Pascua no se reduce a un domingo en el año, es algo que celebramos todos los domingos, no nos privemos de esa fiesta...