PRELATURA DE CAFAYATE
“Ama y defiende la VIDA POR NACER en la FALILIA”
Muy queridos fieles de la Iglesia particular de la Prelatura de Cafayate:
El Santo Padre, en el Mensaje para la Cuaresma/2011 abre la reflexión desde el lema: “Con Cristo son sepultados en el Bautismo, con Él también han resucitado” (Cfr. Col 2,12)
Cada año el tiempo litúrgico de la Cuaresma nos invita a un tiempo de reflexión y de oración, para avanzar en el camino de nuestra CONVERSIÓN y CRECIMIENTO espirituales. La meta en este caminar la marca San Pablo: “revestirse del hombre nuevo, creado a imagen de Dios en la justicia y en la verdadera santidad” (Ef 4,24). Esta afirmación de la Palabra de Dios no nos habla de un ideal creado por nosotros y a nuestra medida, sino del IDEAL DE JESUCRISTO: “El hombre nuevo”, que se constituye en base y núcleo de todo proyecto de vida cristiana, sin apoyarse en la fe como seguridad de un conjunto de verdades, sino en la vivencia y el gozo de una presencia que todo lo transforma desde LA VIDA y desde LA FAMILIA. Y esto, porque nuestra mayor amenaza, dice el Papa, “es el gris pragmatismo de la vida cotidiana en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en indiferencia y mezquindad” (DA) 12.
¿Cuál será el sentido profético de esta afirmación del Papa, dicha en Aparecida? Saber que somos destinatarios de una palabra profética, que nos debe llevar a revisar y examinar nuestra vida y sus compromisos. Este proceso y camino a recorrer “nos toda recomenzarlo desde Cristo, sabiendo que Él es el camino de nuestra verdad y el motivo de nuestra esperanza”. El punto de arranque y el centro nuclear es nuestro BAUTISMO, según el lema del Papa en su mensaje cuaresmal/2011.
Defender LA VIDA y apostar por LA FAMILIA son los objetivos eclesiales por lo que tienen de humano y divino: Dios autor y creador de LA VIDA a través de la intervención de LA FAMILIA. No podemos separar la fe cristiana del compromiso eclesial; es decir, no es posible separar a Jesucristo de su Cuerpo, la Iglesia. En ella nacimos a la fe y es ella quien nos convoca para vivir y predicar el Evangelio de la VIDA.
La Iglesia no es una idea a la que adherirnos, sino una realidad concreta que se nos presenta en la fragilidad de lo humano y de la que somos parte por el Bautismo, que me hace descubrir el lugar providencial donde estoy llamado a vivir mi vocación cristiana. Sin embargo, ¡cuánta pertenencia nominal a la Iglesia, y qué poca participación en lo concreto de su vida y misión! La comunión en la iglesia local y la participación en su camino pastoral son el primer signo de la presencia del Espíritu Santo, que nos invita a vivir el proyecto de Jesucristo en el que entramos por el Bautismo, al hacernos ‘hijos de Dios’, ‘amigos y hermanos de Jesús’ y ‘miembros de la Iglesia’.
El Documento Aparecida, viendo esta realidad de flojera espiritual en la Iglesia, nos invita a fortalecer nuestro sentido de pertenencia a ella y renovar el ardor apostólico, la riqueza teológica y pastoral de la ‘Iniciación Cristiana’, que nos hace descubrir desde el Bautismo y la Eucaristía, la dimensión de ser ‘discípulos misioneros’ de nuestra vocación en la comunidad cristiana. “Éste es el gran desafío de nuestro tiempo”, decíamos los Obispos en la Carta sobre la Misión Continental. ¿Cómo hacer renacer el celo apostólico en quienes vivimos la seguridad de la fe en un contexto de ideas cristianas? ¡Cuántas ausencias y lugares vacíos hay en la Iglesia! ¡Cuánta debilidad apostólica presentan las comunidades cristianas! La respuesta a estos interrogantes está en la exhortación de San Pablo: “revestirse del hombre nuevo, JESUCRISTO, creado a imagen de Dios”, en una relación que une al ‘discípulo-misionero’ con Jesús, no en un orden intelectual, sino en la adhesión a su Persona por la fe”(Benedicto XVI). Éste es el comienzo de una real conversión y de una fecunda vida eclesial.
En este tiempo de Cuaresma, tiempo de conversión y de gracia, acaso percibimos en el ambiente religioso una medianía espiritual que quita entusiasmo y profundidad a todo proyecto de conversión personal y a todo compromiso eclesial. Decimos ‘estar bien’, pero la Iglesia descubierta por el Documento Aparecida, va adormeciéndose en la indiferencia promovida por el relativismo social, cultural y religioso, y pierde el ardor apostólico.”Revistámonos del hombre nuevo… de Cristo recibido en el Bautismo”.
No podemos quedarnos tranquilos, en una espera pasiva ante los desafíos de nuestra realidad entre los niños, los adolescentes y los jóvenes de nuestra Prelatura. ¡Necesitamos salir al encuentro de las personas –de todos ellos-, de las familias, de los pobre de Dios y de los excluidos… para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha de llenar nuestra vida de sentido, superando así la apatía ante la vida y la falta de ilusión y de valores que nos avocan al suicidio…! ¡Convertirnos, pues, en una Iglesia llena de fuerza y audacia evangelizadora desde la conversión!
Quiero concluir el MENSAJE CUARESMAL/2011 con las palabras del Papa: “El itinerario cuaresmal y su período litúrgico de preparación para la Pascua es el momento favorable para nuestra debilidad, acoger, con una sincera revisión de Vida la gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia y caminar con decisión hacia Cristo, mediante el ENCUENTRO PERSONAL con nuestro Redentor y, también, mediante el AYUNO, la LIMOSNA y la ORACIÓN. Encomendemos nuestro itinerario a la Virgen María, Ntra. Sra. del Rosario, que engendró al Verbo de Dios en la fe y en la carne, para sumergirnos como Ella, en la Muerte y Resurrección de su Hijo Jesús y obtener así la Vida Eterna desde LA VIDA POR NACER y desde LA FAMILIA”.
¡Mi bendición!
+ Mons. Mariano Moreno, osa.
Obispo Prelado de la Prelatura de Cafayate
Obispo Prelado de la Prelatura de Cafayate