Esta entrada quiere traernos un fragmento de memoria de quien ahora conocemos con el nombre de San Juan Pablo II
De nombre Karol Wojtyla, el Papa que supo orientar a varias generaciones y dejar un fuerte impacto por el mundo, el primero en pisar suelo argentino.
Para los que vivimos en la Prelatura fue todo un revuelo el saber que podríamos estar cerquita, de nuestro Papa en Salta. Estamos seguros que todos tenemos recuerdos de aquellos tiempos. Muchos nos acordaremos que familias enteras nos inscribimos en las parroquias, por que la idea era completar colectivos para desplazarnos hasta Salta en peregrinación. Para aquel entonces el desplazarse no era fácil, ni tan cómodo como hoy. A si que bastaba un colectivo y acomodarnos como podíamos. Cada colectivo lleva a un sacerdote, que en nombre del Señor nos bendecía y rosario en mano el viaje se volvía ameno y calmo. No faltaron los jóvenes que con alegría, entusiasmo, guitarra y un bombo nos animaron el viaje. Algunos de nosotros eramos niños, otros tantos adolescentes, jóvenes, nuestros padres y abuelos que nos acompañaban.
Salimos de casa, transitamos la ruta de Cafayate que lleva Salta y no paramos hasta llegar al hipódromo en Limache dónde lo veríamos. Todos traían comida a la canasta, mas los termos con agua caliente, mate, te, bollos, tortillas, etc. Nuestra alegría era clara y fuerte. Había unas familias del montón que tenía sus hijos en le Seminario Metropolitano de Salta, ellos también estaban esperanzados en poder ver a sus hijos, aunque sea de lejos, decían.
Teníamos todos la ilusión de llegar a ver al Papa, rezar con el y por el. Ver personalmente al que nos decía insistentemente "no tengáis miedo, no tengais miedo de vosotros mismos...no tengáis miedos de abrir las puertas a Cristo!".
Una vez en el hipódromo, verlo significaba desplazarse por el predio colmado de personas, esperarlo, buscar lugares cercanos al palco y quien dice poder quedarnos en su corazón.
Cuando llegó el papa móvil se desplazó por el hipódromo y en su recorrido algunos de los nuestros lo siguieron corriendo al lado al vehículo y separados por muy poco de el. Uno de los hombres, tomó el megáfono y mientras corría le dijo dijo: "Santo Padre... estamos aquí somos de la Prelatura de Cafayate" El, sonriente giró y haciendo las señal de la cruz nos bendijo.
Los familiares de los chicos que estaban en el seminario comentaron durante el viaje que, por la agenda apretada del papa seguro los chicos no lo podrían ver, cuando mucho estarían en la misa. Mas tarde por cartas nos enteraríamos que, el mal tiempo de Mendoza lo obligó a permanecer en Salta. En su desplazamiento a la catedral, donde rezó al Señor y la Virgen del Milagro, los encontró y bendijo a nuestros seminaristas allí. Hoy cuatro de ellos, sirven como sacerdotes en nuestra Prelatura.
Han pasado los años ya, pudimos ver el camino de este santo varón mas tarde desde la televisión. Lo vimos envejecer y a la enfermedad minar su cuerpo. Aún así vimos como el Señor lo sostuvo, acompañó y curó su corazón. También vimos como se dejó querer por María Santísima, repitiendo hasta el final Totus Tuus (todo tuyo). Lo lloramos cuando murió, por que fue un hermano muy querido, un Sacerdote digno y amado. Más con inmensa alegría lo volvimos a ver, pero no como antes, sino en los altares como el hombre Santo que siempre fue.
Les dejamos un vídeo del himno de su llegada a la argentina y seguido otro, con la música de: Jesed- Tómame Señor. Este último tiene de fondo la película Karol el hombre que se convirtió en Papa.