domingo, 31 de julio de 2016

Domingo 18 ° del tiempo ordinario cilo "C"


Del evangelio de Lc 12, 13-21

Este domingo nos presenta una reflexión que no siempre está presente en la conciencia humana: la vanidad, la fragilidad de los bienes y de las situaciones. Su ignorancia causa lo que el Papa Francisco llama “la idolatría de la riqueza”. Es obra de misericordia, no física sino espiritual, ayudar a ver esta verdad y lograr una orientación espiritual de la vida de nuestros hermanos.
En su camino hacia Jerusalén, Jesús es abordado por alguien que no le pide conocer la voluntad de Dios o acercarse más a Él, sino por alguien preocupado de una herencia. Jesús responde “misericordiosamente”; se detiene a “abrir los ojos y enseñar al que no sabe” cuáles son los tesoros que no se acaban. En su respuesta, tal y como lo citó en la Sinagoga de Nazareth (El Espíritu está sobre mí para “abrir los ojos de los ciegos”) el Señor no condena al “materialista” que lo aborda, se vuelve maestro suyo, le orienta, tal y como deben hacer sus discípulos hoy, inmersos en una cultura sin consideración del mañana espiritual y necesitada de testigos de aquel “Amar a Dios sobre toda las cosas” y no hacer de los bienes “dioses concretos que no sacian la sed humana de felicidad”.
Este Evangelio es engañador para quien lo lee superficialmente: ¿es malo tener grandes cosechas? ¿es malo construir graneros donde guardarlas? Nada de eso. Cristo elogiará siempre a los hombres sagaces y prudentes. El problema está en el alma. El desdichado protagonista de la parábola invita al alma a descansar, a dejar todo esfuerzo porque tiene todo lo suficiente para vivir. Cristo está refiriéndose en estas líneas a la eterna tentación de todo pueblo y toda persona que alcanza cierto nivel de bienestar: creer que ya no necesita de Dios por tener cubiertas las necesidades corporales.
Acumular, comprar, buscar el placer… es el afán prioritario de nuestra cultura. Señor Jesús, frecuentemente me encuentro contemplando las cosas buenas de este mundo, pero no como medios sino como un fin. Necesito tener claras mis prioridades: Tú, primero, y luego todo lo demás, según me lleven hacia Ti. Dame la sabiduría para saber que la vida es corta y debo vivirla sólo para Ti
 Pbro. a. JOSÉ CASIMIRO TORRES
 

jueves, 28 de julio de 2016

¿Dónde està tu hermano?




                                   Video gentileza de la Comisión Nacional de Comuniaciones

sábado, 23 de julio de 2016

Domingo 17° durante el año

De la lectura del santo evangelio según San Lucas (11,1-13):

El evangelio narra que un día Jesús había madrugado porque quería orar a solas. Los apóstoles salen a buscarlo y lo encuentran concentrado con su padre. Al volver, no hacen otra cosa que pedirle: “enséñanos a rezar”. Quizás nos preguntemos ¿para qué rezar? Si Dios sabe mejor que nosotros lo que nos hace falta
 Nuestra oración no consiste en Pedir sólo pedir. Necesitamos mentalizarnos que sin Él nada somos.
Oración es alabarlo y agradecerle todo cuanto nos ha dado, empezando por la vida, la fe…Oración es ponernos dócil y confiadamente en sus manos. Oración es tomar conciencia de que así como Él es con nosotros, nosotros debemos ser con nuestros prójimos, tal como Jesús enseña que si no perdonamos de corazón, no esperamos perdón de Dios. La oración del Padre Nuestro más que una fórmula para memorizar es la divina receta de la vida diaria.

Pongámosla en práctica!
                                                                            Pbro. Roberto Aguirrez

sábado, 16 de julio de 2016

Domingo 16° durante el año

Del evangelio según San Lucas (10, 38-42) :


Podríamos decir que Marta y María representan dos aspectos del vivir cristiano: de abrirnos de par en par al Señor para que nos llene de su Espíritu y su sabiduría (María) para luego volcar tanta riqueza en obras de verdad y caridad (Marta) las dos actitudes se complementan: llenarnos de Dios y volcarlo a los demás.”Busquen el reino de Dios y lo demás se les dará por añadidura”.  Ahí está la clave. No irse a los extremos. Ni ser espiritualistas ni caer en materialismos.
 En nuestra relación con Dios lo más importante es que le prestemos atención a Él y no a las cosas que hacemos por Él.
En nuestra relación con los hermanos lo más importante es estar atentos a las personas mismas y no hacer cosas en torno a ellas.

 Pidamos al Señor no dejarnos llevar por una actividad desbordada que me distraiga de lo más importante: Dios y mis hermanos.

Pbro Roberto Aguirrez

domingo, 10 de julio de 2016

Quién es mi hermano y quién mi hermana?

"La parábola del buen samaritano", conocida por muchos y practicada por pocos, hoy nos vuelve a sonar a nuestros oídos. Dejémonos sorprender por esta parábola del Maestro.
Desde luego que Jesús es el Buen Samaritano y nosotros su pálido reflejo. Eso está fuera de toda duda. Estamos llamados a imitar día a día en cada gesto, actitudes y obrar. Aunque no pretendamos ser el buen samaritano sino aquellos que estimulados por el Buen Samaritano, hacemos el bien y creemos en Él.
La situación que nos presenta el evangelio de hoy fue suscitada por la pregunta del doctor de la ley que se acercó a Él. Su pregunta "quién es mi prójimo?" hoy la podemos cambiar, sin perder su sentido, por esta otra: Quién es mi hermano y quién es mi hermana?  Esta pregunta nos debe interpelar a todos porque hoy decimos muy seguido: "estuve con un extraño", "en mi vida lo vi", "no, ni idea", "es un desconocido", "NN", etc.
Muchos de nosotros estamos viviendo unas relaciones muy parecidas a extraños y desconocidos. No se trata pues de un problema de conocimiento sino de actitud y opción que gana cada día más y más terreno.
Alguien dijo que el prójimo es alguien que llega a mi vida sin permiso y me invita a obrar como Dios ha obrado conmigo. Pensando en esto uno debería caer en la cuenta que todos los días Dios esta obrando con amor y misericordia en mi vida. Es por eso que yo no puedo tener otra respuesta para mi hermano y hermana que este mismo amor.
Es así que volvemos al mandato primero y principal: Amor a Dios y amor al prójimo. Ser buen samaritano no es una opción sino una orden de Jesús. Pero como? Se puede ordenar y obligar amar? En cierto modo sí. Por que? Porque Él nos amó primero. Él me amó y porque me amó murió por mi.
Jesús, te pido tu ayuda para obrar como buen samaritano y que tu Santo Espíritu me impulse todos los días a ello; que tu Santa Madre me inspire la santa perseverancia para descubrir el amor y la misericordia con que soy beneficiado cotidianamente.
Pbro. José Casimiro.-

lunes, 4 de julio de 2016

LOS LLAMADOS A LA MISIÓN NO SOLO SON EL PAPA, OBISPOS, SACERDOTES Y RELIGIOS@S....

Jesús llamó, además de los doce, a setenta y dos discípulos más. Pero no sólo los llamó sino que también los envió (misión). Yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos, todos estamos llamados a la misión. El “excusómetro” del Evangelio del Domingo pasado, nos tiene que haber ayudado a medir el nivel y la falsedad de nuestras “excusas”. Para Cristo no debería ni debe haber excusas.
No sólo tenemos que ser discípulos de Jesús (admirar, adorar, glorificar, llevar identificaciones, etc.) sino que hay que ser misioneros (testimoniar, anunciar, obrar, perseverar, orar, etc.); discípulos y misioneros de nuestro Señor, para que nuestras familias y comunidades, tengan vida en Él.
La Iglesia de Latinoamérica y del Caribe te invita a sumarte a la Misión Continental. Es vivir en un estado de misión permanente para pasar de una pastoral conservadora a una pastoral decididamente misionera. Yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos somos co-responsables de la única misión: El Reino de Dios en este mundo.
El Papa Francisco nos invita constantemente a ser una “Iglesia en salida”, es decir una Iglesia Misionera. ¿Y qué se nos pedía en la Oración y en el Himno del reciente Congreso Eucarístico Nacional?: “Con la alegría que nos da tu Palabra, salimos al encuentro de todos los argentinos, sin excluir a nadie, para gestar juntos una cultura del encuentro en la patria, siendo auténticos discípulos misioneros” y en el himno cantábamos: “Haz que salgamos al encuentro de quien necesita más. Como tus discípulos, es el lío del amor”.
Como escuchamos en el Evangelio de hoy “la cosecha es abundante, pero los trabajadores con pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”; no descuidemos la oración por las vocaciones de especial consagración ni la oración por la familia, que es el semillero de vocaciones. Así también, no desoigamos las palabras que a continuación nos expresa Jesús: “¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos”.
Hagámonos estas preguntas: ¿Cuál considero que es la cosecha a la que el Señor me invita a trabajar? ¿Desarrollo actualmente alguna labor misionera? ¿He experimentado la compañía de Jesús en los momentos difíciles de mi misión? Ir de dos en dos, implica trabajo de equipo: ¿Me siento cómodo trabajando con otros?

Jesús, que acojamos tu llamado y atendamos tus recomendaciones muy diligentemente; sabemos que los más importante no es que nuestros nombres estén en calles o placas, nuestra imagen en una estatua, sino que se encuentren grabados en tu Reino celestial. Señor, aquí estoy, envíame a evangelizar donde Tú quieras. Acompáñame en la misión que me encomiendas.
Pbro. José Casimiro Torres